Reseña: Revolución 1828

¿QUÉ? Es el año 1828 y de nuevo es tiempo de elecciones en esta joven democracia llamada Estados Unidos de América. John Quincy Adams y Andrew Jackson son los candidatos que compiten por el voto popular. Y por primera vez en la historia, una gran campaña se disputa también en las páginas de los periódicos y ante una audiencia ansiosa. ¿Quién se llevará el gato al agua?

¿CÓMO? En Revolución 1828, dos jugadores compiten en 4 rondas por ser elegidos como el séptimo presidente de Estados Unidos. Para alcanzar este  objetivo, cada jugador intenta ganar las zonas electorales que más le convengan y obstaculizar la campaña de su oponente. Las fichas de elección te permiten conseguir la lealtad de los electores y usar el poder de las campañas de difamación para poner al público de tu parte.

El tablero está dividido en 6 espacios y contiene 3 fichas que hemos sacado al azar. Existen tres tipos de ficha: delegados, campañas de desprestigio (que funcionan como votos comodines pero que pueden hacernos perder puntos) y acciones (que permiten aplicar un determinado efecto y proporcionan puntos al final de la ronda).

En tu turno de juego tienes que coger una ficha de uno de los 5 estados o de la prensa y aplicar su efecto según la ficha. Si es un voto se coloca bajo la región correspondiente, si es una campaña de desprestigio se coloca bajo la región que uno prefiera, y si es una acción se aplica el efecto y se coloca en una pila de reserva). Cuando un jugador reclama la última ficha de una región, atraerá al representante (meeple que hay en cada una de las regiones) y, además, repetirá turno.

La ronda se acaba cuando ya no quedan fichas en el tablero, procediendo al recuento de votos. El jugador con más fichas de acción obtiene 3 votos. El jugador con más votos en cada estado recibe 1 punto y dos si el otro jugador no tiene representantes. Además el jugador que atrajo al representante (meeple) recibe tantos votos como delegados tenga. Por último, los jugadores desplazan las campañas de desprestigio que tengan en su lado del tablero y forman una pila bajo la columna de la prensa. El jugador que hubiese atraído al editor deberá entregar tantos votos a su rival como fichas de campañas de desprestigio posea en este momento.

El jugador con más votos al final de la cuarta ronda será el ganador.

¿POR QUÉ? El nuevo juego de Stefan Feld forma parte de una serie que va a tratar temas políticos e históricos y que se estrena con este Revolución 1828, un juego para dos jugadores que representa las campaña electoral entre John Quincy y Andrew Jackson, en lo que supuso el origen de los partidos demócrata y republicano como los conocemos ahora.

Aunque suene excitante, lo cierto es que el tema es completamente irrelevante, por lo menos en este primer título, siendo Revolución 1828 un juego ligero de mayorías más abstracto que la infancia de Stefan Feld fuera del aula de matemáticas.

La cosa va de coger fichas de uno de los 6 espacios del tablero, intentando hacer mayorías en cada uno de ellos. Hay tres tipos de fichas. Por un lado las de electores que van asociadas mediante color a uno de los 6 estados (5 + la prensa). Poca historia que contar con este tipo de fichas, lo normal es contar cuántas hay al principio de cada ronda e intentar llevarte una más que el contrario.

Luego están las fichas de acción, siete diferentes en total, cada una con su acción correspondiente y que son las que le dan un poco de vidilla al diseño. De esta forma, escogiendo una de estas fichas podré robar una ficha al contrario, obligar al contrario a elegir de una zona concreta en su turno, pasar una ficha de desprestigio al rival, repetir turno descartando dos fichas de acción, tumbar un peón, desplazar una ficha a otra columna y obligar a coger una ficha de acción en una columna.

El timing correcto a la hora de elegir estas fichas son las que van a decantar la balanza gracias a su versatilidad, pudiendo destrozar una mayoría en un sólo turno. El juego por tanto es un toma y daca constante intentando manipular las mayorías a tu favor. Encadenar dos turnos seguidos resulta clave para ganar una ronda, por eso la acción de tumbar un peón me parece muy útil, ya que imposibilita el turno extra en aquella zona donde no tengas mucho que ganar.

Aunque las fichas determinantes son sin duda las de desprestigio. Primero porque actúan como comodín y son muy útiles a la hora de decantar una mayoría, pero sobre todo son vitales a la hora de puntuar la ronda. El jugador que se haya llevado el peón de la prensa tendrá que otorgar tantos puntos como fichas de desprestigio tenga. La gracia está en que estas fichas no se eliminan del tablero al final de cada ronda sino que se acumulan, pudiendo otorgar un buen puñado de puntos en la tercera y cuarta ronda.

Como podéis intuir se trata de un juego muy dinámico, accesible y táctico, donde el timing es clave y dónde casi todas las fichas (excepto las de electores) ejercen un efecto considerable en la partida. El juego es entretenido, pero siendo Feld el diseñador te quedas con sabor a poco. Si lo comparamos con otros juegos para dos, de mayorías y del mismo rango de dificultad, como por ejemplo Aton o Kahuna , sale perdiendo.

Otro de los puntos negativos del juego es el apartado gráfico. Si os digo que el tablero pudo ser diseñado por un chimpancé hasta arriba de LSD puede que hasta me creyerais. Un detalle secundario pero que hoy en día puede ser determinante para el comprador. La calidad de los componentes por contra es excelente con fichas de un grosor y calidad considerables. Con todo, estamos ante un correcto juego de mayorías para dos que, curiosamente, funciona bien, pero que no termina de enamorar.

Puntuación: 6.2/10
Dificultad: 1.2/5
Diseño: 5/10
Diseñador: Stefan Feld
Edita: Arrakis Games
Año de publicación: 2019
Número de jugadores: Dos jugadores
Duración: 30 min aprox
Precio: 30 euros aprox
Banda sonora recomendada: The Beatles – Revolution

 

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